«Mujeres espía y submarinos. ¿España neutral en la I GM?
Hola amigos y bienvenidos a un nuevo programa de La Mecedora.
Hoy nos vamos a adentrar en un mundo oscuro, poco conocido. Un mundo de novela negra que os parecerá ficción, pero que fue real.
Os contaré cómo en nuestro territorio se libraron luchas encarnizadas por el control de la información y también cómo, las naciones beligerantes en la Primera Guerra Mundial, hicieron de España un campo más de batalla del conflicto mundial que estuvo a punto de llevarnos a la guerra total.
Realmente no fuimos tan neutrales como se piensa.
Hoy hablaremos de espías y de cómo los servicios secretos extranjeros invadieron nuestra patria influyendo de forma directa en los aspectos políticos, sociales y económicos.
Aquella noche de julio de 1916 cuatro hombres permanecían vigilantes en cala Salitrona en el cabo Tiñoso al oeste de Cartagena, escudriñando las oscuras olas.
De repente, frente a ellos a escasos metros de la costa divisaron como emergía un periscopio al que siguió la torreta del submarino alemán U35.
A una señal, un pescador cartagenero convenientemente sobornado, les acercaba con su barca hasta el sumergible. El hombre al mando, en perfecto español con acento chileno, daba la gracias al pescador mientras era ayudado a subir siendo saludado en alemán por el capitán de la nave, Lothard Von Arnauld.
Se acababa de consumar la extracción de España del agente alemán Wilhelm Canaris, el que años más tarde llegaría a ser almirante de la marina alemana y jefe del contraespionaje militar y uno de los cabecillas en varias conspiraciones contra Hitler, principalmente en la Operación Valquiria, del 20 de julio de 1944, por la que fue condenado a la horca. Acordaros de una famosa película de Tom Cruise.
En aquel momento, el verano de 1916, Canaris era espía agregado a la embajada alemana en Madrid bajo la identidad falsa del chileno Reed Rosas y el responsable de montar la red de abastecimiento de los submarinos alemanes en España. Descubierto por los aliados y después de varios intentos, consiguió huir de España.
No era la primera vez, ni sería la última, que submarinos alemanes emergían en aguas españolas.
En otra de las ocasiones el U 35 emergió directamente en el puerto de Cartagena con la excusa de llevar una carta personal del Kaiser a Alfonso XIII aprovechando para reabastecerse y dar instrucciones a diversos agentes.
Otra, absolutamente novelesca, se desembarcó agentes que portaban unas extrañas cápsulas con gérmenes para la guerra biológica, antrax y muermo con el objetivo de infectar partidas de ganado que eran embarcadas con destino a los aliados. Aunque fueron detectados algunas de ellas consiguieron su objetivo.
La mayoría de las veces, se acudía a la costa a abastecerse en puntos secretos, ayudados por personal pagado al efecto.
Desde el primer momento los alemanes pensaron que la mejor forma de ganar la guerra era estrangular económicamente al adversario, y para ello utilizaron esa arma nueva. Los submarinos.
En las costas y los puertos españoles, el servicio secreto alemán desarrolló actividades permanentes de contrabando, comunicaciones radiotelegráficas de información, el abastecimiento de los submarinos y también acciones directas de sabotaje de los barcos mercantes de los aliados o neutrales
España era neutral, pero en el triángulo formado por las Baleares, Tarragona y Mazarrón, en el Levante español, se desarrolló una auténtica guerra naval y una cacería de mercantes aliados y neutrales.
Una red de agentes desplegados en todos los puertos de España enviaba a las oficinas del servicio secreto alemán en Madrid decenas de informes, que le señalaban el movimiento de buques, entradas y salidas, origen y destino y hasta las posibles rutas que tomarían.
Esta información se enviaba a los submarinos que patrullaban por el Mediterráneo.
Inicialmente la guerra en el mar fue una guerra entre caballeros ya que los submarinos avisaban de sus intenciones. Localizaban a un carguero, le daban el alto y obligaban al capitán a que informara de la carga, destino y demás circunstancias. Después daban unos minutos para abandonar el barco y lo cañoneaban o lo volaban con explosivos reservando los torpedos para los barcos militares. Solo en las aguas cercanas a Cartagena hay hasta 50 barcos hundidos.
A partir de 1917 los alemanes decretaron la guerra indiscriminada y desde ese momento ya torpedearían los buques sin avisar.
Los submarinos alemanes hundirían doce millones y medio de toneladas de barcos mercantes aliados y neutrales. De ellos, 87 barcos españoles con un total de 168.000 toneladas. Se calcula que más de 300 marinos españoles dejaron su vida en la mar.
España había declarado su neutralidad oficial desde el primer momento, pero a ver, no nos engañemos, si bien éramos neutrales a nivel de participación directa en el conflicto, éramos absolutamente beligerantes a nivel económico, ya que nuestra nación se convirtió en abastecedora de materias de todo tipo a todos los contendientes.
Rápidamente nos constituimos en un escenario más del conflicto al ser decisivos en la supervivencia de los países combatientes.
De hecho, España a nivel económico fue favorecida por la guerra, aunque los beneficios no redundaron en la vida diaria y sí en las grandes fortunas.
Como dato curioso os puedo decir que hubo una gran crisis en el campo pues nos quedamos sin caballos y mulas para trabajar ya que el contrabando de estos animales abasteció los campos de batalla europeos, llegando el tema hasta el Congreso.
Después de los primeros meses de guerra, cuando se supo que no sería corta y que se alargaría en el tiempo, los servicios de información de todos los países desplegaron sus estructuras en España con diversos objetivos.
Se dirigió la acción política, tanto del Rey como del Gobierno, unas veces de forma directa y otras a través de los periódicos para volcar la opinión pública en uno u otro sentido comprando de forma descarada las grandes cabeceras y a periodistas, presionando en la toma de decisiones.
Se agitó el descontento social, influyendo en los desórdenes sociales, en especial en la Huelga General del año 1917, que fue alentada por los servicios secretos franceses.
Se controlaron comunicaciones, buscando conocer en todo momento los movimientos de los abastecimientos de los enemigos.
Como ya hemos visto, se realizaron sabotajes a los barcos mercantes o trenes de suministros y por supuesto se luchó de forma permanente por conseguir información de todo tipo.
Todo un mundo de espionaje y contraespionaje.
Los más avanzados fueron los alemanes que desde el principio de la guerra dieron importancia a España dándose cuenta que pese a la neutralidad, seríamos una pieza clave en el conflicto.
Más retrasados fueron los británicos, franceses e italianos, pero a finales de 1916 todos tenían montados sus servicios y actuando.
Sobre la base, normalmente de los agregados militares, se disponía de unas células de actuación, que al final de ellas estaban españoles.
Pero ¿quiénes fueron los españoles que formaron parte de estos servicios de espionaje?
La mayoría no tenía mucho glamour como podríamos pensar y estaban alejados de los grandes lujos, fiestas y el estereotipo que tenemos del espía.
Industriales, directivos, políticos, policías, carabineros, militares, marinos, periodistas, mujeres de alta sociedad, personal de correos y telégrafos, de las estaciones de ferrocarril, de los hoteles y pensiones, restaurantes, locales nocturnos, los puertos, aduaneros, los marineros embarcados, los pescadores, miembros de sindicatos, la gente que se movía en el mundo de la delincuencia y la prostitución, y muchos más.
La mayoría intentaban buscarse la vida por dinero ya que efectivamente la guerra trajo millones a los bolsillos de los más ricos, como hemos dicho, pero el resto sufrió la inflación, la carestía, el desabastecimiento y el hambre. De esa forma era fácil reclutarlos.
En todo el entramado merece especial atención la labor de las mujeres ya que tuvieron un papel importante en la recopilación de información y en la transmisión de documentos.
Se prefería que fueran mujeres cultas, damas de cierto nivel social o relacionadas con el entretenimiento, ya que eso les proporcionaba acceso a los círculos y personas influyentes, pero de todo hubo.
Si os digo el nombre de Margaretha Geertruida Zelle quizá unos pocos de vosotros sepáis a quién me estoy refiriendo, si ya os digo que era de nacionalidad holandesa, y que se hacía pasar por princesa de Java, ya todos sabréis que hablamos de Mata Hari. Una espía de leyenda
Mata Hari debutó en España en 1906, volviendo nuevamente en 1913. Una “mujer de arrogantísima figura” como decía alguno de los periódicos de la época, pero fue en 1916 cuando desarrolló alguna de sus actividades en España instalada en el Hotel Ritz.
La agente H21 como se la identificó, es un pequeño ejemplo de los innumerables agentes que invadieron España durante la Gran Guerra mundial. También os digo que pese a su leyenda realmente su labor fue mínima y su detención y fusilamiento por los franceses fue una necesidad de lavar la cara por los fracasos bélicos más que otra cosa.
Hay otras famosas espías que operaron en España, por ejemplo, la aventurera y aviadora Marthe Richard. Reclutada por los franceses, llegó a ser la amante del agregado naval alemán Von Krohn, de quién «controló» todos los movimientos, acompañándole frecuentemente en sus viajes por España consiguiendo, entre otras cosas, los planos del submarino alemán U52 que se refugió en Cádiz en el verano de 1917
Madame Druez (alias “Lily” o “Bichette”), que se hizo amante del capitán del puerto de Palamós, Ramón Regalado, pasando a los franceses la información de que éste formaba parte de una red que trasladaba a los submarinos alemanes información sobre el movimiento de mercantes neutrales o aliados.
María «La Cubana», nombre artístico de María Antonieta Rabell, artista de «varietés» que actuaba de correo con Marruecos, transportando documentos y dinero de los alemanes para impulsar las revueltas contra los franceses.
Adria Rodi cantante de cuplés y bailarina que actuó junto a las más grandes como Pastora Imperio, trabajó para los servicios de información de Italia en Barcelona.
Adela Monsó, según algunas fuentes, una espléndida sevillana en torno a los cuarenta años, que actuó como correo de la Embajada alemana y del agregado naval, viajando desde Madrid hasta Berlín a través de Italia y Suiza sin poder nunca ser detenida. Adela se llamaba en realidad Pilar, una mujer dedicada antes de la guerra a la «vida alegre» en Sevilla, y que tendría la misión fundamental de trabajar para la red de abastecimiento de submarinos en la provincia de Cádiz.
Caso netamente español es el caso de Pilar Millán Astray y Terreros, hermana del fundador de la Legión, mujer culta, escritora y de la alta sociedad. Se dice que su situación personal durante la guerra llegó a ser muy complicada: viuda y con tres hijos, y que se puso al servicio de la red de espionaje alemán en Barcelona por motivos económicos.
La forma de actuación de los alemanes era tan antigua como la Humanidad. Habían conseguido situar a una mujer en cada uno de los principales hoteles de Barcelona que, sin despertar sospechas, se encargaban de vigilar las llegadas de todos los viajeros, señalando a aquéllos que podían ser interesantes desde el punto de vista del espionaje. Luego se les vigilaba y seguía, se aproximaban al personaje y ganándose su confianza le sacaban toda la información posible.
Estos son algunos casos, pero no podemos olvidar que el grupo más numeroso de mujeres que trabajaron para los servicios de información de unos y otros, estaban lejos de los ambientes glamurosos de los grandes hoteles, los restaurantes, y los círculos diplomáticos, políticos o militares.
Están documentadas camareras, limpiadoras en los hoteles, lavanderas, artistas de locales de moda o prostitutas contribuyendo a esta guerra sin cuartel que se desarrolló sobre todo en ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao, San Sebastián o cualquier otra con puerto donde se movieran intereses económicos o políticos siendo pieza clave de los servicios de información, del espionaje y el contraespionaje.
Para combatir las acciones alemanas los aliados montaron un servicio de contraespionaje dirigido a descubrir toda su infraestructura de apoyo.
Se realizaron estudios detallados de las islas Baleares y de las bahías y ensenadas de la costa peninsular, para ver sus posibilidades de accesibilidad.
Gracias a las interceptaciones de radio e informes de marineros, agentes y desertores se elaboraron listas negras de barcos sospechosos de brindar abastecimiento a los submarinos, para así ser interceptados por los barcos aliados. Se pagaban grandes recompensas por informaciones referentes a submarinos enemigos y en los puertos se vigilaba estrechamente los movimientos de los barcos españoles.
Para combatir el contrabando y otros tipos de actividades económicas en favor del enemigo, los aliados asumieron la práctica de la amenaza y el chantaje a través de la publicación de las llamadas listas negras. Desde noviembre de 1914, se confeccionaron a través de sus agentes, relaciones de comerciantes sospechosos de avituallar a los Imperios Centrales, con nombres y apellidos. Se avisaba a los susodichos que si no dejaban esas actividades que ellos consideraban contrarias a sus intereses sus nombres serían publicados. De esa forma se limitaban las capacidades económicas de las empresas y se forzaba a que cesara su apoyo. Estas listas negras afectaron notablemente a los intereses económicos españoles que en muchos casos vieron peligrar sus intereses.
Durante la Gran Guerra, España fue oficialmente neutral.
Pero, aunque sus ejércitos no fueran a los campos de batalla, en ningún caso estuvo al margen del conflicto, ya que las potencias beligerantes estuvieron combatiendo de forma permanente a través de sus redes de información, espionaje y contraespionaje influyendo directamente en nuestra patria.
Podríamos seguir hablando muchos programas sobre todo ello.
España fue un nido de espías durante los años de la Primera Guerra Mundial, un mundo de novela negra, y nadie, ni el Rey, ni los políticos, ni los periódicos, ni el Ejército, ni la Iglesia, ni los banqueros, ni los industriales, ni los comerciantes, ni ningún estamento, fue realmente neutral. En muchos casos se llegaba hasta las manos en discusiones entre partidarios de unos y otros.
Todos tomaron partido por algún bando e intentaron inclinar la balanza en algún momento.
¿Dónde estaba la neutralidad?
Buenos amigos aquí terminamos nuestro pequeño viaje al mundo de los servicios secretos.
Aunque…os adelanto que no será el último…algún día hablaremos de Servicios de Información un poquito más cercanos en el tiempo…y tan próximos como la calle Lagasca en Madrid. ¿Os suena Enigma? Bueno, eso me toca muy cerca…pero eso lo contaré en otro programa. Os aseguro que os sorprenderá.
Espero que hayamos aprendido entre todos un poquito más.
Un saludo muy fuerte a todos. Nos vemos pronto.